Lecturas Viernes de la XIII semana del Tiempo ordinario Ciclo B

Memoria Opcional de San Antonio María Zacaría, presbítero
Memoria Opcional de Santa Isabel de Portugal


Primera lectura
Am 8, 4-6. 9-12

Escuchen esto, los que buscan al pobre sólo para arruinarlo y andan diciendo: "¿Cuándo pasará el descanso del primer día del mes para vender nuestro trigo, y el descanso del sábado para reabrir nuestros graneros?"

Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse; por un par de sandalias los compran y hasta venden el salvado como trigo.

"Pues bien, en aquel día, dice el Señor, yo haré que se oscurezca el sol en pleno día y, a plena luz, cubriré la tierra de tinieblas.
Convertiré en duelo las fiestas de ustedes y en gemidos, sus canciones. Haré que todos se vistan de sayal y se rapen por completo la cabeza.
Ese día será como de luto por el hijo único y su final será de llanto y amargura.

Días vendrán, dice el Señor, en que les haré sentir hambre, pero no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor.
Entonces andarán errantes de norte a sur y de oriente a poniente buscando la palabra del Señor, pero no la encontrarán".


Salmo Responsorial
Salmo 118, 2.10. 20. 30. 40. 131
R. Con todo el corazón, Señor, te busco
.

Dichoso el que es fiel a las enseñanzas del Señor
y lo busca de todo corazón.
Con todo el corazón te voy buscando,
no me dejes desviar de tus preceptos.
R. Con todo el corazón, Señor, te busco.

Mi alma se consume,
Deseando sin cesar tus mandamientos.
He escogido el camino de la lealtad
a tu voluntad y a tus mandamientos.
R. Con todo el corazón, Señor, te busco.

Mira cómo anhelo tus decretos:
dame vida con tu justicia.
Hondamente suspiro, Señor,
por guardar tus mandamientos.
R. Con todo el corazón, Señor, te busco.

Aclamación antes del Evangelio
Mt 11, 28
R. Aleluya, aleluya.

Vengan a mí, todos los que están fatigados
y agobiados por la carga,
y yo les daré alivio, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 9, 9-13

En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.

Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús los oyó y les dijo: "No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Comentario al Evangelio

Leo la primera lectura y la vuelvo a releer. Muchos, y algunos de ellos muy católicos, dirían que es un discurso comunista, que son unas palabras intolerables. Pero la verdad es que es el profeta Amós el que las escribe. No sólo eso: por estar en la Biblia, consideramos estas palabras del profeta como inspiradas por Dios. Es una defensa apasionada del pobre y un ataque/amenaza para los que los oprimen, para los que abusan de ellos y se benefician de su situación. Me hace recordar una frase de Mafalda, la genial niñita argentina de las tiras cómicas de Quino, cuando decía que “nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás.

No quiero demonizar la riqueza ni a los ricos. Pero todos, a poco que abramos los ojos sobre la realidad, sabemos que en mucha de la riqueza que hay en nuestro mundo hay también mucho de injusticia. Que a los de abajo les cuesta mucho subir y que otros nacen con privilegios y los mantienen toda su vida.

En el texto de Amós, Dios se posiciona del lado de los pobres, de los que sufren la injusticia. La razón es bien sencilla: ellos también son hijos e hijas suyos. Ellos merecen, como todos, un puesto a la mesa en justicia e igualdad, en fraternidad. Eso es el Reino.

En este contexto entendemos mejor el texto evangélico. Jesús no duda en acercarse a los publicanos y pecadores. Son algunos de los que abusan del pueblo. Come con ellos. Hace presente entre ellos la misericordia de Dios. El objetivo es que se conviertan y vivan, que comprendan la mucha injusticia con que actúan contra los pobres. El objetivo es que se pasen con armas y bagajes al servicio del Reino. O lo que es lo mismo, al servicio de los más pobres y necesitados, de los excluidos. Porque integrarlos, echarles una mano, es ya construir el reino y la fraternidad. ¿Y qué más quiere Dios que ver a todos sus hijos reunidos en torno a la mesa de la fraternidad y la justicia?

Ahora nos toca a nosotros pensar en lo que hacemos y tomar partido por los pobres, darles la mano e integrarlos en la mesa común. Eso es construir el reino. Eso es hacer la voluntad de Dios.

Fernando Torres, cmf