Lecturas Lunes de la XXXIII semana del Tiempo ordinario Ciclo B

Memoria Opcional de Santa Rosa Filipina Duchesne, virgen [para los diócesis de los Estados Unidos de América]
Memoria Opcional de la Dedicación de las Basilicas de San Pedro y San Pablo, ápostoles

Primera lectura
Apoc 1, 1-4; 2, 1-5

Ésta es la revelación que Dios le confió a Jesucristo, para que él manifestara a sus servidores lo que tiene que suceder en breve, y que comunicó, por medio de un ángel, a su siervo Juan. El cual narra lo que vio y afirma que es palabra de Dios, atestiguada por Jesucristo. Dichosos los que lean y escuchen la lectura de esta profecía y hagan caso de lo que en ella está escrito, porque el tiempo señalado está cerca.

Yo, Juan, les deseo la gracia y la paz a las siete comunidades cristianas de la provincia de Asia, de parte del que es, del que era, del que ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono.

Oí al Señor, que me decía: “Al encargado de la comunidad cristiana de Efeso escríbele así: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y camina entre los siete candelabros de oro:
‘Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo, y descubriste que eran unos mentirosos. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga. Pero tengo en contra tuya que ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes
’ ”.

Salmo Responsorial
Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6
R. (Ap 2, 7b) El Señor protege al justo.


Dichoso aquel que no se guía
por mundanos criterios,
que no anda en malos pasos
ni se burla del bueno,
que ama la ley de Dios
y se goza en cumplir sus mandamientos.
R. El Señor protege al justo.

Es como un árbol plantado junto al rio.
que da fruto a su tiempo
y nunca se marchita.
En todo tendrá éxito
R. El Señor protege al justo.

En cambio los malvados
serán como la paja barrida por el viento.
Porque el Señor protege el camino del justo
y al malo sus caminos acaban por perderlo.
R. El Señor protege al justo.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 8, 12
R. Aleluya, aleluya.

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 18, 35-43

En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” Él le contestó: “Señor, que vea”. Jesús le dijo: “Recobra la vista; tu fe te ha curado”.

Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Comentario al Evangelio

En la actualidad las basílicas de san Pedro y de san Pablo en Roma son dos edificios insignes de la ciudad. Su presencia nos recuerda a estos dos personajes que tanta influencia tuvieron en aquellos primeros días de la Iglesia. Pero la verdad es que ninguno de los dos frecuentó mucho los templos ni las basílicas ni las iglesias. Los dos anduvieron mucho por los caminos. Viajaron de un lado para otro. Hablaban con las gentes con que se encontraban de su experiencia de Jesús. De cómo les había cambiado la vida. De la esperanza que les había comunicado. De cómo esa esperanza se convertía en amor fraterno, en cuidado de unos por otros. De cómo las diferencias entre personas que tanto nos gusta acentuar se rompen, se quiebran y desaparecen. Ya no hay judío ni gentil, ni griego ni romano, ni hombre ni mujer, ni libre ni esclavo. Todos somos hijos en el Hijo. Sin excepción. Era un mensaje sencillo pero revolucionario al mismo tiempo. Rompía los moldes de la sociedad de su tiempo. Pero lo hacía sin armas, sin violencia. Lo hacía con la fuerza del amor. Ahí nos queda como testimonio el capítulo 13 de la primera carta de Pablo a los Corintios.

Es terrible, cuando echamos una mirada a nuestra historia, lo que hemos hecho con ese mensaje tan sencillo y tan lleno de Dios. Ciertamente hemos construido iglesias, basílicas y catedrales. Tenemos un culto solemne lleno de ritos, incienso a veces, y salmos y cánticos. Pero esa historia está también llena de sangre, de esclavitud, de violencia entre los hermanos. La fe ha servido a veces no para hermanar sino para marcar diferencias y distancias. La fe ha bendecido ejércitos que han creado muerte y destrucción. En nombre de la fe se han hecho barbaridades sin nombre.

Pero no hay que desesperar. Estamos a tiempo, como siempre lo hemos estado, de retomar aquel mensaje sencillo, breve, práctico, vital: Dios es amor. Nosotros somos hermanos. Y obrar en consecuencia. A lo largo de estos veinte siglos siempre ha habido personas que se han dejado llenar por un Dios así entendido. Jesús les ha llegado al corazón y han obrado en consecuencia. Unámonos a esa historia y dejemos de lado la violencia que rompe la fraternidad. Esa es la mejor manera de celebrar la fiesta de Pedro y de Pablo. Fernando Torres, cmf

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.