Lecturas Viernes de la XXXII Semana del Tiempo ordinario ciclo B

Memoria Opcional de San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia
Primera lectura
2 Jn 4-9

Hermanos: Me ha dado mucha alegría enterarme de que muchos de ustedes viven de acuerdo con la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre.

Les ruego, pues, hermanos, que nos amemos los unos a los otros. No se trata de un mandamiento nuevo, sino del mismo que tenemos desde el principio. El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento consiste en vivir de acuerdo con el amor, como lo han escuchado desde el principio.

Ahora han surgido en el mundo muchos que tratan de engañar, pues niegan que Jesucristo es verdadero hombre. Estos son el verdadero impostor y anticristo.

Pongan, pues, atención para que no pierdan el fruto de sus trabajos y puedan recibir la recompensa completa. Quien se aparta de la verdad y no permanece fiel a la doctrina de Cristo, no vive unido a Dios; el que permanece fiel a la doctrina de Cristo, ése sí vive unido al Padre y al Hijo.

Salmo Responsorial
Salmo 118, 1. 2.10. 11. 17. 18
R. (1b) Dichoso el que cumple la ley del Señor.


Dichoso el hombre de conducta intachable,
que cumple la ley del Señor.
Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas
y lo busca de todo corazón.
R. Dichoso el que cumple la ley del Señor.

Con todo el corazón te voy buscando;
no me dejes desviar de tus preceptos.
En mi pecho guardaré tus mandamientos,
para nunca pecar en contra tuya.
R. Dichoso el que cumple la ley del Señor.

Favorece a tu siervo,
para que viva y observe tus palabras.
Ábreme los ojos para ver
las maravillas de tu voluntad.
R. Dichoso el que cumple la ley del Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 21, 28
R. Aleluya, aleluya.

Estén atentos y levanten la cabeza,
porque se acerca la hora de su liberación, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 17, 26-37

En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: “Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos.

Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.

Aquél día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada
’’.

Entonces, los discípulos le dijeron: “¿Dónde sucederá eso, Señor?” Y él les respondió: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”.

Comentario al Evangelio
En curso…
¿Dios discrimina?


Hoy se celebra la memoria de san Alberto Magno y esta celebración tiene lecturas propias. Pero, mirándolo bien, tanto la correspondiente al Tiempo Ordinario como la propia de san Alberto, parecen hablar de lo mismo. Y es algo tan sorprendente como atemorizante. Es la criba que hará Dios en los últimos tiempos. Se habla de pescado podrido o no comestible que será arrojado al mar desde las redes; y se habla de las personas que serán arrebatadas.

Quizá haya muchas personas que desearían aprovechar estas lecturas para “demostrar” que Dios no es el Padre amoroso, sino un ser cruel; y quizá haya otras que también las tomen para asegurar que Dios es juez y no va a dejar pasar impune el mal que se haya hecho en esta vida. Si bien esta última interpretación esté más cerca de la verdad, hay también un hecho incontestable.
 ¿Cómo va a ser que en la venida se lleven a unos y se deje a otros? ¿Cómo se hará esta distinción? La respuesta parece enigmática, pero también encierra un desafío y una advertencia: las aves de rapiña van al cadáver. La culpa de que haya un cadáver no es de Dios, lógicamente, sino de quien ha matado en sí el amor, la verdad, la justicia. De quien ha rechazado el agua de la vida y se ha convertido en cadáver ambulante. 

O, de quienes, desafortunadamente, se han dejado engañar, como advierte san Pablo en la primera lectura. Alaba el Apóstol a quienes se han mantenido en la verdad y el amor. Esos serán quienes al final sean llevados al cielo; los que no serán arrojados al mar como pescado podrido.

Más allá de las “fake news” tan prevalentes en este mundo, está el engaño sutil, el que va enredando, pudriendo y matando sin que las personas se den cuenta. Porque luego se sorprenden: ¿quién, cómo será arrebatado? Las aves de rapiña reconocen el cadáver. Reconocen a quienes se han dejado llevar por ideologías, costumbres y corrientes del mundo que poco tienen que ver con la verdad, la justicia y el amor del reino de Dios.

Virginia Fernández

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.